sábado, 30 de marzo de 2013

Las aguas tóxicas del Uruguay



Relatora especial de ONU había advertido acerca de la calidad del agua en Uruguay. Estudio. Señaló mismas causas de contaminación que aducen académicos y pidió análisis independientes

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La Diaria 14/03/2013

Fue en el Hotel Conrad de Punta del Este en noviembre de 2012. Allí sesionó un congreso internacional sobre investigación agrícola. Cuenta la crónica que José Mujica y el ministro de Ganadería, Tabaré Aguerre, mantuvieron un intercambio privado con un grupo de jóvenes periodistas. Allí el presidente se refirió a la importancia de las empresas que "nos enseñaron a trabajar la tierra, y ahora somos un país agrícola, cosa que no éramos, porque la siembra directa no se conocía", agregando que la soja "merece un monumento porque es una planta sagrada que nos trajo rentabilidad" (Presidencia, 03/11/12).

Mujica no hizo otra cosa que reproducir el discurso celebratorio de los transgénicos, que ha construido una serie de falacias en torno a sus supuestos beneficios. Un centro de producción de ese discurso es el ISAAA (sigla en inglés de Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Agrobiotecnológicas), cuyo cometido es “facilitar la introducción de biotecnologías patentadas por los laboratorios de las empresas de los países industrializados a los sistemas alimentarios y agropecuarios de los países del Sur” (GRAIN, 2000).

El informe nos dice que desde 1996 la superficie sembrada con transgénicos en el mundo se ha multiplicado por 100, lo cual ha generado “cada vez más beneficios” (ver la diaria del 26/02/13). Pero, ¿qué sabemos de los impactos sociales y ambientales de este proceso? Repasemos alguna información relativa a nuestro país. En términos de la propiedad de la tierra, según los datos iniciales del último censo, se registraron 12.000 explotaciones agropecuarias menos que en 2000 y en general se trató de unidades menores a 200 hectáreas. O sea, la expansión de la superficie cultivada con transgénicos ha estado asociada con la desaparición de pequeñas explotaciones agropecuarias y la emergencia de nuevos actores empresariales (los llamados “pool” de siembra) que han concentrado superficie y producción.

El informe también plantea que la expansión de la superficie de cultivos transgénicos ha estado asociada a una reducción en el uso de pesticidas. Según la Dirección General de Servicios Agrícolas del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, entre 2003 y 2010 las importaciones de herbicidas aumentaron 120% y las de insecticidas se duplicaron. Lo mismo sucedió con los principales plaguicidas (endolsulfán, clorpirifós y cipermetrina), cuyas importaciones pasaron de 40 toneladas en 2000/2001 a 820 toneladas en 2009/2010 (Narbondo & Oyhantçabal, 2011).




ENTREVISTA CON DANIEL PANARIO

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Microcistina
La microcistina es una cianobacteria de efecto hepatotóxico y neurotóxico, aunque también da lugar a alteraciones gastrointestinales, reacciones alérgicas o irritación y sintomatología similar a la de la neumonía. Este riesgo se puede producir tras el contacto con la piel durante el baño o tras una exposición prolongada a niveles crónicos de estas toxinas en el agua  bebida.
Fósforo y nitrógeno
Son los nutrientes necesarios para el crecimiento de plantas y organismos del fitoplancton, por lo que su presencia en concentraciones elevadas conduce a la eutrofización de los cursos de agua. Esto altera las características de estos ecosistemas. Las plantas en descomposición consumen todo el oxígeno del agua, acabando con la vida subacuática.



Cuestión de honestidad intelectual

El ingeniero agrónomo Daniel Panario, director del Instituto de Ecología y Ciencias Ambientales y coordinador de la Maestría en Ciencias Ambientales de la Facultad de Ciencias, se ha enfrentado más de una vez ante organismos e instituciones públicas por sus declaraciones. “El científico con cierta actitud reactiva al sistema por supuesto que trae inconvenientes”, dijo a El Observador. Y agregó: “El decano (Juan Cristina) me dice que yo le hago mucho daño a la facultad haciendo las declaraciones que hago. Son visiones diferentes de la Universidad. Yo creo que le hago mucho bien del punto de vista de lo que la gente piensa; probablemente le hago mal en función de los fondos que la Universidad puede recabar para proyectos”. Panario renunció a su cargo en medio de la polémica por la contaminación de plomo en La Teja a comienzos del 2000. En esa oportunidad, el experto criticó que la Facultad de Química no hubiera advertido el problema años antes cuando publicó trabajos científicos al respecto. “Eso lo que existe (en la comunidad científica): papers que nadie lee. Es bastante frustrante. Y, por supuesto, después te la cobran cuando vas a presentar un proyecto, o para ascender en el Sistema Nacional de Investigadores”, afirmó.


Algas verdes en costa de Francia emiten "gases mortales"




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1 comentario:

  1. hola muerto, no se si te acordas de mi, un dia nos peleamos por ideas, hoy te leo y te difundo.
    elaine castro

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