sábado, 22 de junio de 2013

Millones en las calles


Masivas protestas en Brasil


Esto sucede cuando las masas de gente no se sienten representadas en la política, las suba del boleto puede colmar el vaso, o que haya planes de quitar una plaza de la ciudad de Estambul como en Turquía, o pudiera suceder por la regasificadora que se quiere construir en Santa Catalína, o que se quiera construir un puerto para la empresa Cereoil en la playa de la Agraciada, (allí donde desembarcaron los 33),  o el rumor de que salga agua contaminada de la canilla. Cualquier cosa puede desencadenar un estallido social. Mientras la corrupción sea la cosa diaria, como la criminalidad y la criminalización. Cuando la gente se cae en verse defraudado en el voto, de darse cuenta de un engaño politico, que los del cambio eran igual o peores que los anteriores. Algo va juntando presión en la gente, la gente poco a poco  va convirtiendo al ciudadano en un indignado. Cuando con la mano izquierda se lleva una política neoliberal de austeridad en los servicios sociales del estado, (nunca en los represivos), cuando hay una política autista a los problemas sociales (ayer vimos un informe donde 325 mil uruguayos no ganan 10.000 pesos mensuales y cuando veas las barbas del vecino arder... nos decía hoy Jorge Zabalza

EL PROGRESISMO DESMANTELÓ LOS MECANISMOS DE PARTIPACIÓN DONDE EL PUEBLO EXPRESA SUS ASPIRACIONES Y PLANTEA SUS CRÌTICAS A LA GESTIÓN DEL LGOBIERNO....EL PROGRESISMO NO DEJA OTRA VÍA QUE MANIFESTAR EL DESCONTENTO EN LAS CALLES Y PLAZAS. LAS BARBAS EN REMOJO TABARÉ Y MUJICA, VEAN LO QUE SE LES PUEDE VENIR.

Estamos ante un fenómeno social que se repite, y es cuando la gente no se siente representada. Algo parecido sucede en Uruguay, con las caballadas contra las mineras, como cuando se manifestó contra las papeleras, y se forman movimientos que no son partidarios, es mas: están en contra de los partidos politicos,  ya que no se ve con agrado de que oportunamente se manifieste con bandería politica, o politiquera a esta altura. La desconfianza en la politiquería y el acomodo llega al punto que se rechazan las banderas politicas, como hoy en Brasil cuando manifestantes del PT quisieron participar y los insultaron, estos a su vez dijeron que eran fascistas, golpistas, que estaban en contra de la izquierda.

No son manifestaciones por un voto, sino CONTRA el voto. Las banderas politicas oportunistas no son bienvenidas.



Como si a hubiera una linea entre izquierda y derecha estuviera muy confusa.
Las manifestaciones aqui y allá son SIEMPRE PACÍFICAS, cientos de miles de manifestantes en la calle no necesita romper vidrieras, ni actos vandálicos, son siempre las fuerzas represivas los que inician la violencia. 
Un conflicto contra un estado patrón de "izquierda" que usa metodos represivos de derecha, fichando gente a como la derecha dictatorial, en contra de estudiantes, trabajadores y docentes. En Brasil van mas allá masacrando "sin Tierras", matando en  operativos policiales en barrios marginales, los mismos operativos que imparte el ministro Bonomi.


La marcha del silencio tampoco tiene bandera politica. Y se vieron también inflitrados ante un ataque vandálico contra la SCJ que por nadie fue convocada.

Estamos ante un fenómeno que tampoco es brasilero, uruguayo, español con los indignados o los indigandos portugueses o griegos. Todos con la característica de que no hay partido, no hay dirigentes, solo hay asambleas, reuniones barriales donde  tampoco se hablan de elecciones, y las elecciones suceden al margen. Las imagenes de hoy en Turquia son similares a las brasileras, y las brasileras a las chiulenas, las chilenas a las españolas y las españolas a las manifestaciones en EEUU del movimiento 99% OCUPY WALL STREET. Todo es la misma cosa.



Blog El Muerto

 Occupy Wall street, jaque al neoliberalismo
 Manifestación en Madrid contra la "troika"

Masivas manifestaciones en Turquía.


Millones de brasileros en la calle

Miles de uruguayos contra la megaminería.



Se reveló el misterio
Es lo que quiere el pueblo




Brasil

Primeras reflexiones

Emir Sader

El movimiento, que se inició como resistencia al aumento de las tarifas del transporte, fue inédito y sorprendente.  Quién crea que puede captar de inmediato todas sus dimensiones y proyecciones futuras, muy probablemente tendrá una visión reduccionista del fenómeno, forzando la realidad para defender planteamientos previamente elaborados, para confirmar sus argumentos, sin dar cuenta del carácter multifacético y sorprendente de las movilizaciones.

No vamos a intentar esto en este artículo, solo queremos sacar algunas conclusiones que nos parecen claras.

1. La anulación del aumento (de los pasajes) constituye una victoria del movimiento y muestra la fuerza de las movilizaciones, más aún cuando se apoyan en una reivindicación justa y posible, tan es así que se pudo concretar.

2. Esa victoria, en primer lugar, refuerza concretamente el criterio de que las movilizaciones populares merecen la pena, sensibilizan a la gente, permiten hablar a toda la sociedad y sirven como fuerte factor de presión sobre los gobiernos.

3. Además de eso, el movimiento puso en discusión una cuestión esencial en la lucha contra el neoliberalismo: la polarización entre intereses públicos y privados, y el tema de quién debe financiar los costes de un servicio publico esencial que, como tal, no debería estar sometido a los intereses de las empresas privadas, movidas por el lucro.

4. La conquista de la anulación del aumento se traduce en un beneficio para las capas más pobres de la población, que son las que usualmente utilizan el transporte público, demostrando que un movimiento debe buscar abarcar no sólo las reivindicaciones de cada sector de la sociedad en particular, sino atender las demandas más amplias, especialmente las que tiene a ver con los sectores más necesitados de la sociedad y que tiene más dificultades para movilizarse.

5. Tal vez el aspecto más esencial de las movilizaciones haya sido el de posibilitar que amplios sectores de la juventud entren en la vida política, sectores no contemplados por las políticas gubernamentales y que, hasta aquí, no habían encontrado sus formas especificas de manifestarse políticamente.  Esta puede ser la consecuencia más permanente de las movilizaciones.

6. Quedó claro también que los gobiernos de diferentes partidos, unos más (los de derecha) y otros menos (los de izquierda), tienen dificultades de relacionarse con las movilizaciones populares.  Toman decisiones importantes sin consultar y cuando se enfrentan con resistencias populares, tienden a reafirmar tecnocráticamente sus decisiones –“no hay recursos”, “las cuentas no cuadran”, etc.– sin darse cuenta de que se trata de una cuestión política, de una justa reivindicación de la ciudadanía, que está apoyada en un inmenso consenso social, que deben encontrar soluciones políticas, para lo cual los gobernantes fueron elegidos.  Sólo tras muchas movilizaciones y de desgaste de la autoridad de los gobernantes, se toman las decisiones correctas.  Una cosa es afirmar que se “dialoga” con los movimientos, otra es enfrentarse efectivamente con sus movilizaciones, más aún más cuando estos resisten las decisiones tomadas por los gobernantes.

7. Ciertamente un problema que el movimiento enfrenta son las tentativas de manipulación externas.  Una de ellas, representada por los sectores más extremistas, que buscan insertar reivindicaciones maximalistas, de “levantamiento popular” contra el Estado, para justificar sus acciones violentas, caracterizadas como vandalismo.  Son sectores muy pequeños, externos al movimiento, con infiltración policial o no.  Consiguen el destaque inmediato que la cobertura mediática promueve, pero fueron rechazados por la casi totalidad de los movimientos.

8. La otra tentativa es de la derecha, claramente expresada en la actitud de los medios tradicionales.  Inicialmente éstos se opusieron al movimiento, como acostumbran a hacer con toda manifestación popular.  Después, cuando se dieron cuenta que podría representar un desgaste para el gobierno, la promovió e intentó insertar, artificialmente, sus orientaciones dirigidas contra el gobierno federal.  Estas tentativas fueron igualmente rechazadas por los líderes del movimiento, a pesar de que un componente reaccionario se hizo presente, con el rencor típico del extremismo derechista, magnificado por los medios tradicionales.

9. Es de destacar la sorpresa de los gobiernos y su incapacidad para entender el potencial explosivo de las condiciones de vida urbanas y, en particular, la ausencia de políticas para la juventud por parte del gobierno federal.  Las entidades estudiantiles tradicionales también fueron sorprendidas y estuvieron ausentes de los movimientos.

10. Dos actitudes se distinguen en el transcurso de las movilizaciones: la denuncia de que estaban siendo manipuladas por la derecha –cuestión claramente expresada en la acción de los medios tradicionales– y las tentaciones de oponerse al movimiento.  Y la segunda es la de exaltar acríticamente al movimiento, como si éste encarnara proyectos claros y de futuro.  Ambas son equivocadas.  El movimiento surgió de reivindicaciones justas, promovido por sectores de la juventud, con sus actuales estados de conciencia, con todas las contradicciones que tiene un movimiento de este tipo.  La actitud correcta es la de aprender del movimiento y actuar junto a él, para ayudar a que tenga una conciencia más clara de sus objetivos, de sus limitaciones, de las tentativas de ser usado por la derecha y de los problemas que suscitó y la manera de llevar a cabo la discusión de su significado y mejores formas de enfrentar sus desafíos.

El mayor significado del movimiento va a quedar más claro con el tiempo.  La derecha sólo se interesará en sus estrechas preocupaciones electorales, en sus esfuerzos desesperados para llegar a al segunda vuelta en las elecciones presidenciales.  Sectores extremistas buscarán interpretaciones exageradas en el sentido de que estarían dadas las condiciones para impulsar alternativas violentas, lo cual se vaciará rápidamente.

Lo más importante son las lecciones que el propio movimiento y la izquierda –partidos, movimientos populares, gobiernos– puedan sacar de la experiencia.  Ninguna interpretación previa da cuenta de la complejidad y de lo inédito del movimiento.  Probablemente la mayor consecuencia sea la introducción de la temática del significado político de la juventud y de sus condiciones concretas de vida y de expectativas en el Brasil del siglo XXI. (Traducción: ALAI)






Viernes 21 de junio de 2013

"ENREDO" MUNDIAL 
Redes Frenteamplistas: “Estamos ante un nuevo patrón de movimientos sociales”
Continúa este viernes el “Enredo Internacional” convocado por las Redes Frenteamplistas, en cuya primera jornada contó con la presencia del sociólogo catalán Manuel Castells, quien remarcó la importancia de las “Redes de indignación y esperanza: desafíos en la tercera fase”, título de su ponencia. 
 Manuel Castells


Castells refirió en la oportunidad a la masiva aparición de las redes sociales en los fenómenos multitudinarios ocurridos en Islandia, Túnez, Egipto, Portugal, España e Israel, además del “Occupy Wall Street” en Estados Unidos.
“La gran primera constatación es que, si movimientos tan semejantes surgen en culturas tan diferentes y por razones tan diferentes, es que estamos ante un nuevo patrón de movimientos sociales. Son movimientos que nacen contra la humillación (…) Los movimientos sociales son fundamentalmente movimientos emocionales: surgen sin programa y muy pocas veces con una estructura organizada, y a partir de ahí se produce una reacción emocional colectiva que pasa a ser deliberada”, detalló el experto.
Para el sociólogo de la Universidad de California, los movimientos nacen como “no violentos” pero quienes se le enfrentan siempre recurren a la violencia, y tampoco hay programas de acción ya que “son tantas plataformas de demandas que no hay ninguna”.

Las redes de las protestas


Una nueva forma de hacer política está extendiéndose por todo el mundo, radicalmente distinta a lo que hemos conocido hasta ahora y de difícil comprensión y gestión para los viejos profesionales del oficio.
Funciona sin líderes y sin contar con la infraestructura, el dinero y el apoyo de grandes partidos y sindicatos mayoritarios. No se asienta sobre estructuras organizativas, centros de mando o coordinadoras con las que dialogar o a las que se pueda desarticular mediante la detención de sus componentes. Tampoco con programas que permitan respuestas políticas, aunque partan de la chispa de una reivindicación clara y popular.
Se expresa en súbitas y masivas movilizaciones urbanas, con ocupación de espacios simbólicos y centrales en las ciudades, que casi siempre pillan por sorpresa a las autoridades y ponen a prueba la capacidad de encaje del sistema establecido, convertido en el adversario designado por los jóvenes decididos a expresar su protesta.
No importa que el régimen sea una dictadura o una democracia pluralista, que el país pertenezca a la elite de los más ricos o sea uno de los emergentes, o que su sociedad sea de cultura cristiana o islámica. En todas partes se evidencia la misma distancia entre la calle y las instituciones; la misma denuncia de la corrupción y del enriquecimiento de unos a costa de otros; el mismo hastío ante una forma de tomar decisiones que comprometen el futuro a espaldas de la gente.
La concatenación de las actuales protestas en Turquía y Brasil ilumina un fenómeno que viene ocurriendo desde 2008 en todos los continentes y en una larga lista de países, cada uno por sus precisas circunstancias, y que tuvo en las primaveras árabes de 2011 su momento más espectacular, hasta conducir a la caída de tres dictaduras en Túnez, Egipto y Libia. En la lista están Irán, Grecia, Portugal, Italia, Israel, Chile, México, Estados Unidos y Rusia, además de los indignados españoles.
Todos estos nuevos movimientos sociales, que vienen a agitar las ideas recibidas y a transformar el paisaje de nuestras sociedades, son parte de una transformación que afecta al entero planeta y ha encontrado en las redes sociales el instrumento organizativo mejor adaptado a las características de los nuevos tiempos.
El poder se está desplazando a ojos vista desde el viejo mundo occidental hacia Asia; pero también en el interior de las sociedades. Emergen unas nuevas clases medias en todo el mundo con demandas crecientes de riqueza, educación, vivienda, consumo y, naturalmente, también de bienestar y libertad individual. Los incrementos de su nivel de vida, lejos de moderar sus demandas, hacen crecer las expectativas e inmediatamente, en cuanto no se cumplen, las exigencias y la irritación.
Esos jóvenes que han accedido a la educación y al trabajo, con frecuencia precario y mal pagado, tienen teléfonos móviles y tabletas con las que comunicar su insatisfacción y organizar la expresión de su protesta. A diferencia de los viejos medios de comunicación, lentos y pesados, estas herramientas son instantáneas, actúan de forma viral, aceleran la protesta y son una forma organizativa en sí mismas. Según su mejor estudioso, el sociólogo español Manuel Castells, crean "un espacio de autonomía", mezcla del ciberbespacio de las redes y del espacio urbano que ocupan, que constituye "la nueva forma espacial de los movimientos en red" (Redes de indignación y de esperanza, Alianza, 2012).
Tan interesantes como los nuevos movimientos son las respuestas que dan los Gobiernos. Ahí es donde ofrece el máximo interés la comparación entre la Turquía de Erdogan y el Brasil de Dilma Rouseff. Mientras el gobierno turco va a seguir con la construcción del centro comercial en el parque Gezi que suscitó la protesta, muchas ciudades brasileñas ya han bajado el precio del billete de los transportes urbanos, ante la presión de un movimiento que quiere transporte gratis.
En uno y otro caso, la reivindicación concreta ponía a prueba la capacidad de absorción de las protestas por parte de los respectivos gobiernos. De momento, el primer ministro turco ha lanzado a sus partidarios a enfrentarse a los manifestantes, los ha denunciado por terroristas y quiere controlar las redes sociales, mientras que la presidenta brasileña ha valorado las manifestaciones como "la prueba de la energía democrática" de su país y ha llamado "a escuchar estas voces que van más allá de los mecanismos tradicionales, partidos políticos y medios de comunicación".
Estos nuevos movimientos sociales organizados en red han demostrado hasta ahora una gran capacidad para mover y transformar el tablero de juego pero muy poca para capitalizar sus éxitos en forma de un poder político que, al final, se juega de nuevo en un escenario electoral y unos parlamentos que les son ajenos. Ahora, de momento, serán determinantes para el rumbo inmediato de la democracia en Turquía y en Brasil.
Fuente: http://blogs.elpais.com/lluis_bassets/2013/06/las-redes-de-las-protestas...




Explosión de los movimientos sociales no tradicionales en Brasil
por Manuel Marx Menéndez

En noviembre de 2012, saludábamos a los hermanos europeos que enfrentaron  (y lo siguen haciendo en Grecia y Turquía) la crisis del sistema con movilizaciones multitudinarias, con formas nuevas y creativas. Hoy, es América la que se subleva. Pegadito a nosotros el pueblo hermano  brasilero, con los jóvenes al frente, sorprenden al mundo,  a los políticos de Brasil, a sus partidos políticos, a la inteligentizia  y a las organizaciones sociales tradicionales, con formas nuevas de multitudes indignadas que reaccionan ante la corrupción política generalizada y la inercia de las organizaciones sociales tradicionales.
La motivación de las movilizaciones masivas, son los problemas generados en la salud, en vivienda, en el transporte. Dichas soluciones elitistas enarboladas por políticos de derecha e “izquierda” que se alinean con políticas económicas globales que favorecen a grupos económicos multinacionales.
Las élites políticas expresan querer el desarrollo de los pueblos abriendo las puertas al capital internacional (los “inversores”) quienes precisamente han sido los que han sometido a la dependencia económica el suelo americano. Critican a los jóvenes de que son consumistas y ofrecen (como en Uruguay) “un capitalismo como la gente, más humano”, que sólo trae desocupación, salarios de hambre o políticas de beneficencia, de limosna y caridad impropia para cualquier ser humano. En Uruguay, 600.000 trabajadores ganan entre $8.000 y $14.000 (Cifras del PIT-CNT, Instituo Cuesta Duarte, 2013) y los parlamentarios ganaban en enero/2012:  $ 116.713 más los gastos de representación, secretaria, diarios, prensa y gastos de celular, total: $ $ 219.970 (Fuente: Asociación de Funcionarios de Secretaria del Ministerio de Transporte y Obras Públicas).
¿Es ésta la igualdad que pregonan las élites?  ¿No es esto corrupción? El deterioro de los políticos en Brasil no comenzó con la desigualdad en el ingreso? ¿Es éste el capitalismo más humano?
Otras características de los movimientos sociales no tradicionales, parecen ser:
1.  Descreimiento de los políticos y de las organizaciones sociales tradicionales que tratan de sacar su “tajada” sin resolver el problema de fondo.
2. Descreimiento en las delegaciones de representantes. Estos movimientos tienden a no tener representantes elegidos. Tienden a nombrar voceros que rinden cuentas de sus gestiones en asambleas multitudinarias terminando allí el mandato de su gestión. La continuidad de los voceros en varias personas prepara al conjunto y los hace menos frágiles para los ataques,  todos  son “dirigentes”.
3. Resolver en sistema de asamblea. Las decisiones son tomadas por aquellos que concurren a estas reuniones.
4. Priorización del trabajo práctico. Parecería ser, que es un criterio para combatir el burocratismo.
5. Gran entusiasmo y optimismo en los logros a conseguir con gran afluencia de jóvenes.
6. Disciplina de masa. Estos movimientos han demostrado una gran capacidad de organización en el trabajo con multitudes, no se percata la organización sino se está integrado al mismo. De afuera se lo ve como un movimiento sin dirección. En ellos, se prioriza que lo acordado se cumpla.
7. Las decisiones de las asambleas por lo general se toman por consenso, rara vez se vota por régimen de mayoría y minorías.
8. Se prioriza la decisión colectiva por encima de la individual.
9. Se realizan acuerdos puntuales. Sin grandes plataformas o análisis escritos, y con desprecio de los períodos electorales formales, priorizan lograr reivindicaciones puntuales volcando ahí la fuerza de todos.

Conclusión:
 ¿Acaso estamos asistiendo a otro tipo de democracia más participativa en los hechos?
 ¿Estos movimientos son consecuencia del desgate de la democracia representativa impulsada   por las élites políticas?
 ¿Es éste un nuevo germen de organización más democrática para con los de abajo, eternamente  oprimidos?
Lo escrito es sólo un aporte, un intento de interpretar lo ocurrido, para seguir analizando las organizaciones sociales no tradicionales, que se ha manifestado mundialmente, en los últimos tiempos, con características propias a cada pueblo y características comunes mundialmente, consecuencia de la globalización y de la solidaridad de las clases y pueblos oprimidos.
Es un intento de comprender para luego interpretar.
Fraternalmente
Manuel Marx Menéndez

22 de junio de 2013







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