viernes, 9 de agosto de 2013

Acerca de la imperiosa necesidad de abolir nuestras FFAA



Marcelo Marchese
07.08.2013


Me encontraba en un viejo apartamento de 18 de Julio cuyas paredes adornaban bibliotecas que llegaban hasta el techo, cuando escuché de mi interlocutor y maestro una frase que me resultó reveladora: "Tres (y levantó la mano haciendo el signo de tres con los dedos) son los estamentos que heredamos del medioevo: La Iglesia, La Universidad y la Aristocracia". 

"La Aristocracia está representada en nuestro país por el Ejército. Así como la Aristocracia, el Ejército no realiza el 'innoble' trabajo manual. El Ejército tiene una forma de vestir que lo distingue del resto, y el resto de ninguna manera puede utilizar esa indumentaria, en caso contrario incurriría en delito. De igual forma que un Marqués tenía el privilegio de portar armas, el integrante del ejército tiene, por su condición y sin necesidad de trámites, ese privilegio que no alcanza al civil. Así como la Aristocracia tiene diferentes gradaciones: Príncipe, Duque, Marqués, Conde, el Ejército se conforma con Generales, Coroneles, Capitanes, Tenientes. El Ejército tiene su propia justicia, su propio Código Militar. Tiene su propia Sanidad, y cuando recientemente la Sanidad Pública quiso ingresar al Hospital Militar no le fue permitido. El Ejército tiene sus propios centros de enseñanza, La Escuela Militar, La Escuela Militar de Aeronáutica, La Escuela Naval y el Liceo Militar. El Ejército, o ciertos encumbrados miembros del Ejército, tienen un lugar apartado y propio donde enterrar a sus muertos, pues cuando fui al Cementerio Central a visitar a mi hijo fui testigo del entierro de un militar, en una zona exclusiva, entierro que fue realizado de una forma especial, llevando el féretro en una cureña, rodeado de toda una ceremonia" (1).
De lo antedicho se deduce que La República, un sistema político que se fundamenta en el imperio de la ley y la igualdad ante la ley, contiene, desde su nacimiento y hasta ahora, una contradicción al permitir el heredado estamento aristocrático medieval que en nuestro país reviste el nombre de Fuerzas Armadas. Sin embargo, es sencillo de entender que para lograr los fines superiores de la República, el imperio de la ley y la igualdad ante la ley, sean necesarias instituciones que aunque por su sola existencia nieguen el imperio de la ley y la igualdad ante la ley, se justifiquen porque garantizan, para el resto, dicho imperio y dicha igualdad ante la eventualidad de cualquier agresión a la República. En este sentido, la existencia de las FFAA son el resultado de un cálculo: pierdo un poco al crearlas y mantenerlas, pero me aseguro ganar mucho, nada más ni nada menos que proteger el imperio de la ley y la igualdad ante la ley. Veamos cómo nos ha ido con este cálculo a lo largo de la Historia.



Nuestro Ejército dice haber nacido con la Batalla de las Piedras (2), un argumento considerablemente dudoso, había cuenta que no existíamos como país y de hecho, el bando patriota enarboló en esa batalla la misma bandera que el bando enemigo, la bandera de las FFAA españolas, la cruz de Borgoña. Desde aquella batalla, hasta la década del 70 del XIX, la oficialidad estaba compuesta por representantes de la clase alta y media, colorados, sin ninguna formación militar (salvo la resultante de su participación en las guerras civiles contra los blancos) en tanto el grueso de nuestro ejército se formaba con leva forzosa: "Échese una mirada sobre el personal de nuestros cuerpos de línea: están compuestos por una gran cantidad de esclavos africanos, indolentes y acostumbrados al rigor, que sólo con él se consigue que se aseen y que observen los deberes de soldados y, de otra parte, peor, reclutada en la crujía de la cárcel. ¿Se quiere abolir los castigos corporales? Es muy justo; pero antes refórmese el personal del Ejército; púrguese a éste de los criminales" (3).
Mas el real nacimiento del Ejército, como cuerpo profesional, debemos atribuirlo a su participación en la Guerra del Paraguay (1864-1870). ¿En qué consistió dicha guerra? Brasil, Argentina y Uruguay, para el mayor beneficio de Gran Bretaña, Brasil y Argentina, arrasaron la experiencia independiente del Paraguay y eliminaron, en uno de los mayores holocaustos imaginables, entre un 50 y un 85% de la población paraguaya. Terminado el conflicto bombardearon sus hornos de fundición, robaron un porcentaje considerable de su territorio que pasaría a ser argentino y brasileño (un 30%, equivalente a la superficie del Uruguay), y obligaron a pagar una gigantesca indemnización que llevó a Paraguay a contraer un fuerte empréstito, génesis de su deuda externa. Nuestro logro fue ubicar a Paraguay en la división internacional del trabajo. Como puede verse, si bien Paraguay no era una amenaza para el imperio y la igualdad de la ley en nuestro país, ello no fue obstáculo para que nuestro Ejército, representando a nuestro país, impusiera un nuevo imperio de la ley a los paraguayos, hundiendo al país hermano hasta el día de hoy. La participación en dicha guerra, acaso como una manifestación de la ley del karma, fue sumamente negativa para el imperio e igualdad de nuestras leyes, primero porque para participar en dicha guerra, Venancio Flores, con la ayuda de Argentina y Brasil, invadió nuestro país (bombardeo de Paysandú mediante) y derrocó al presidente electo Bernardo Berro; y segundo porque nuestro Ejército volvió de aquella guerra muy moldeado y con otras aspiraciones, las que, aunadas al poderío creciente de la Asociación Rural del Uruguay, le permitieron al Coronel Latorre dar un golpe de Estado que abrió un período conocido como Militarismo en el cual se creó efectivamente nuestro Estado como un instrumento de coerción, se limpió nuestra campaña por el expediente de las ejecuciones sumarias, se alambraron los campos, lo cual significó el apoderamiento (robo) de la tierra de aquellos que no podían pagar su alambramiento, y su consecuente expulsión a los cinturones urbanos, y significó el robo (apoderamiento) de terrenos fiscales. En síntesis, dicho período constituyó uno de los jalones de la acumulación de capital en nuestro país, que pasaría a inscribirse en la división mundial del trabajo como exportador de materias primas y consumidor de manufacturas.
Luego de La Guerra del Paraguay, por más que nos esmeremos en buscar alguna otra guerra que justifique la existencia de nuestro Ejército, no la hallaremos. Sin embargo, luego de aquel golpe de Estado de 1875 que aseguró la modernización del país, si nos esmeramos, encontraremos otra participación del Ejército exactamente un siglo después. En esta ocasión los militares, y sus aliados civiles, acabaron con la dictadura de los sindicatos e implantaron un nuevo modelo económico que traería aparejada una grosera caída del poder adquisitivo de los trabajadores, una aceleración en la concentración de la riqueza, una ruina del mercado interno, un estímulo al sector exportador, una apertura total del sistema financiero y un incremento prodigioso de nuestra deuda externa. Como muy bien dice Ares Pons, al realizar un panegírico a la obra de Latorre en el siglo XIX, este cometido de los militares a partir de 1973, parejamente, se hizo "del único modo que puede realizarse una tarea histórica de esta naturaleza: a sangre y fuego" (4).
Sin embargo vivimos en una República, que, recordémoslo, es un sistema político que se fundamenta en el imperio de la ley y la igualdad ante la ley, por lo tanto dicha República, para merecer ese nombre, debe imponer dicho imperio e igualdad, lo cual significa castigar a quienes violen el imperio de la ley, no sea cosa que ante la caducidad de la pretensión punitiva del Estado se aliente luego a todo aquel que, impune a las consecuencias, se aproveche del poder que le delegamos para defendernos, imponiéndonos su programa a sangre y fuego. Pero, puede ser que una República se llame sin vergüenza a sí misma República permitiendo esta rara excepción de suponer que nada ha pasado, o más bien, perdonar a quienes impusieron su programa a sangre y fuego. La República, en este caso, sigue siendo República, aceptando como excepción a su principio de igualdad ante la ley no juzgar a todos aquellos que fueron enemigos del imperio de la ley, conducta agravada porque utilizaron del Estado, cuyo cometido es asegurar el imperio de la ley y la igualdad ante la ley, para violar los derechos inalienables del ser humano a sangre y fuego.
Recapitulando, una República, que por definición es un sistema político que se fundamenta en el imperio de la ley y la igualdad ante la ley, hereda tres estamentos medievales entre los cuales uno, por su sóla existencia, es una evidente violación fragante de los dos principios fundamentales de la República, pero es una violación fragante que aceptamos como una suerte de pérdida menor que nos brinda una ganancia mayor: asegurar el imperio de la ley y la igualdad ante la ley para todos aquellos que no integren el estamento aludido. Este negocio, la pérdida menor que asegure una ganancia mayor, sería un buen negocio si dicho estamento nos defendiera de cualquier agresión exterior al imperio de la ley y a la igualdad ante la ley, pero resulta que el aludido estamento nunca jamás hubo de defendernos de ninguna agresión exterior, y no sólo eso, sino que fue cómplice de una horrenda agresión que alcanzó la categoría de holocausto a un país hermano. Pero como si eso fuera poco, dicho estamento no sólo participó de la concreción de un holocausto contra otra población, sino que participó por dos veces en la imposición en nuestro país de un programa que significó la violación de nuestra Constitución (el imperio de la ley) e impidió la igualdad ante la ley del único modo que puede realizarse una tarea histórica de esta naturaleza: a sangre y fuego. Con lo dicho, acaso el lector se esté preguntando acerca de los costos y beneficios de aceptar la excepción del estamento heredado del medievo, cuya función sería asegurarnos aquel imperio de la ley y la igualdad ante la ley que no se nos aseguraba en el medioevo.

Según un informe elaborado por la senadora Constanza Moreira (5) "En el caso de las Fuerzas Armadas, en la ejecución de 2011 el presupuesto de Defensa figuraba como el segundo ministerio más rico del Estado (con 4.2% del presupuesto total del Estado): el primero es el Ministerio del Interior (5.1%). Como se ve, y si exceptuamos la última gran estrategia presupuestal que fue la meta del 4.5% del PBI a la educación, la seguridad pública es, sumada en efectivos y en presupuesto, el gasto más importante de la Administración Central. Por poner un ejemplo, sumados, los Ministerios de Industria, Desarrollo Social, Salud Pública, Ganadería no llegan al presupuesto que se lleva Defensa, que triplica el presupuesto de los otros poderes del Estado (Parlamento, 1.1% y Poder Judicial 1.4%). Son datos estremecedores. "Pero además, debemos incrementar al presupuesto de defensa, el déficit de la Caja de Retiros y Pensiones de las FFAA (que aumenta el gasto en defensa en 53%). El déficit de la CRPFFAA se explica por el peculiar sistema de privilegio que tienen los miembros de las FFAA. Mientras la mayoría de nosotros nos jubilamos con el 50% del promedio salarial que obtuvimos en los mejores diez años de nuestras vidas (y los más viejos, con topes jubilatorios que no superan los 35 mil pesos), los miembros de las FFAA se jubilan con el 100% de su sueldo, a lo que se agrega, cuando han sido docentes, beneficios adicionales. A modo de ejemplo, un Capitán de Navío retirado gana $ 80.109 de jubilación. Esto se conforma por $ 67.338 de haber retiro -que es el 100% de su salario-, más $ 12.771 de asignaciones docentes conforme a lo establecido en la Ley Orgánica Militar de 1974" (6).
Podemos agregar que cuando cualquier jubilado público o privado muere, un porcentaje de su jubilación irá a manos de su cónyuge, cosa que no sucede con los militares, pues el cónyuge no recibirá de por vida ningún porcentaje, sino el 100% de dicha jubilación. Amén de esto recibirá asistencia gratuita, tanto el militar, como su cónyuge e hijos menores de 18 años, en el Hospital Militar. Para terminar de ilustrar la situación diremos que "El número de funcionarios que revisten en las FFAA es del orden de los 27 mil, pero recordemos que son 42 mil todos los docentes del país, en primaria, secundaria y UTU. A modo de ejemplo: el número de empleados sólo en el Ejército es igual a la totalidad de maestros de Primaria de todo el país". Recomendamos la lectura del informe de Moreira, en el cual presenta ejemplos de cómo se distribuyen algunos gastos en las FFAA: "las compensaciones para el personal que trabaja con perros...en detección de explosivos ($ 1.772.858 anuales)" o "la asignación de una partida anual de $ 6.684.857 para una compensación especial que recibirá el personal de la Compañía Especial Antiterrorista del Batallón de Infantería de Paracaidista Nº 14" (7), que se dedica al rescate de rehenes.
Así que, a la hora de aceptar una pequeña pérdida para lograr la ganancia esperada, y sin olvidar la obra histórica de las FFAA, debemos sumar todos estos números, y debemos pensar que cada peso que destinemos a unas FFAA que nos defenderían de una invasión que seguiremos esperando hasta las calendas griegas, es un peso que le restamos a la educación, a la salud, a la vivienda, a la justicia o al Instituto de Colonización que reparte (repartiría) tierras. Si el actual presupuesto asignado a las FFAA de un 4,2% (más el incremento del 53%) le parece una exageración a nuestro lector, ¿que pensaría si le dijéramos que el presupuesto a la salida de la dictadura era de un 14,3%, en el 74 era de un 18%, y en el 71, a dos años de un golpe de Estado que casi nadie previó, llegaba a un 10%? Pero a cambio de todos estos recursos que un país del tercer mundo destina a sus FFAA, ¿qué prestaciones recibimos? Dejando de lado el control del contrabando aéreo y marino, y el control del robo de grandes empresas pesqueras que vienen a arrasar, impunemente, en la desembocadura de nuestros ríos donde desovan las corvinas, tareas todas cuya responsabilidad debería ser de la Policía, o tareas como las del Instituto Nacional de Meteorología, o el cuidado de parques, que se arrogaron en la dictadura nuestras FFAA ¿qué otras funciones realizan cotidianamente nuestros soldados y oficiales? Según cuenta la publicación oficial del Ejército, hacia 1970 se invirtió la pirámide jerárquica creándose un Ejército macrocefálico. Contábamos, a modo de ejemplo, con 278 Coroneles "que pasaron a engrosar lo que en la jerga se conoció como 'La Bolsa'". "La mayoría de los coroneles del ejército estaban en esas condiciones. Muchos pasaban meses sin vestir uniforme y su condición de militar se reducía a concurrir a cobrar sus sueldos y a las reuniones de camaradería" (8).
Acaso el lector, renuente a todos estos argumentos, pensará que si todos los países tienen FFAA, por algún motivo será. Mas, si bien es razonable que pensemos que EEUU, Israel y Cuba deben tener sus FFAA, también es razonable imaginar que 25 pequeños Estados no las tengan, entre los cuales debemos contar a Costa Rica e Islandia, Estados que prefieren destinar esos recursos económicos a otras áreas que le aseguren más seguro retorno. ¿Nuestra situación es más parecida a la de EEUU e Israel, o a la de Costa Rica e Islandia? Pero ¡¡¡Sin FFAA podrían invadirnos!!!. ¿Quién? ¿EEUU? ¿Brasil? ¿Argentina? ¿Por qué causa podrían querer invadirnos? ¿Por nuestros recursos naturales, por nuestra tierra? ¿Y quien les impide extraer nuestros recursos naturales instalando a placer una mina a cielo abierto? ¿Quién les prohíbe establecer pasteras que contaminen nuestras aguas? ¿Quién les impide producir soja y arrojarles por encima toneladas de venenos y plantar eucaliptus que erosionen nuestro suelo para alimentar a las pasteras que contaminen nuestros ríos?
Pero imaginemos que por algún extraño motivo alguien quiera invadirnos. Si el invasor fuera Brasil en el año 1970, por lo que sabemos, nuestras FFAA sólo hubieran logrado detenerlo por 30 horas. ¿Todo este gasto durante un siglo para detenerlos por 30 horas? No crea el lector que éste es el cálculo de un civil que desconoce tácticas y estrategias militares. No. Es la opinión de los estrategas militares. Ellos opinan que es imprescindible un cambio absoluto de estrategia, motivo por el cual han tirado la Doctrina de la Seguridad Nacional por la borda, y a partir del 2007 comenzaron a estudiar curricularmente en el Instituto Militar de Estudios Superiores la concepción y  procedimientos de las Operaciones de Resistencia Nacional (ORN) que "forman parte de una estrategia defensiva que basa su desarrollo más en el apoyo activo y decidido de la población y en el alargamiento de la guerra que en las tecnologías avanzadas, el material y las grandes formaciones. El primer componente es el desarrollo en nuestro territorio de las citadas ORN, en el seno de la población, una vez sobrepasados nuestros mayores medios por parte del enemigo" (9)



"Las ORN son desarrolladas en cada guarnición por los llamados Grupos de Resistencia Nacional (GRN), a razón de uno por Unidad Básica de todas las armas. Su misión principal es actuar como un multiplicador de fuerza, que una vez producida la ocupación de todo o parte del territorio nacional, mediante orden y desde el seno de la población de las respectivas zonas de acción, organiza, coordina y eventualmente conduce los diferentes tipos de acciones que materializan la Resistencia Nacional, involucrando activamente a la población local en la lucha. Estos GRN son los encargados de organizar en sus respectivas zonas de acción la organización armada y logística de la Resistencia Nacional incorporando a la lucha a toda la población local. El disponer de reservas entrenadas obviamente facilitaría la tarea de estos GRN, pues permitiría que determinados segmentos de la población tuvieran una formación militar básica que les permitiría incorporarse de inmediato a la lucha" (10).
  
Si el lector aún no termina de creer de qué va la cosa, aquí va otro extracto de la revista El soldado:
"La solución entonces, parece pasar por un sistema de reclutamiento mixto (voluntarios contratados en tareas de alta especialización y conscripción limitada en el resto)" (11). Encarar la actual doctrina ha llevado a "muchos oficiales y en ocasiones el Mando, a plantear como doctrina de empleo de los medios la guerra total prolongada...lo que implica (instituir) el servicio militar obligatorio o un sistema de instrucción militar ciudadana" (12). No es ésta una idea exclusiva de nuestras FFAA, también afecta a ciertos civiles como el ex guerrillero revolucionario, actual Ministro de Defensa, que entiende "que Uruguay no está preparado para enfrentar con eficiencia una catástrofe, y por eso comenzó a estudiar si es viable llevar a la práctica la legislación disponible" (13). El ex guerrillero se refiere a La ley de Instrucción Militar de 1940 y a la Ley de Defensa pasiva de 1942 que instituyeron la conscripción en plena Guerra Mundial y que luego no se derogaron, lo que significa que están vigentes y ex profeso se mantuvieron, pues en el 2006 el diputado blanco Javier García las quiso derogar con el sólido argumento de que se trata de una medida "demencial". Siguiendo la línea del Ministro de Defensa (o al revés, tema sobre el cual cautelosamente preferimos no abrir opinión) el Director de Formación del Ministerio de Defensa dijo que "es necesario que la nación debata estos temas, porque si no son comprendidos luego es muy difícil llevarlos al plano operativo" (14).
Todo lo cual significa que nuestros estrategas, a cuya cabeza se encuentra nuestro Ministro de Defensa, no sólo defienden los privilegios del estamento heredado, sino que quieren reforzarlo agarrando a nuestros jóvenes y enseñándoles a echar cuerpo a tierra, cargar el fusil, dispararlo, y obedecer sin chistar las órdenes superiores, taconeando el piso, con la mirada dirigida hacia un lejano lugar que no se visualiza pero que se imagina, al grito de: ¡A la orden mi Sargento! La República, que debe formar ciudadanos que lleven adelante su pensamiento crítico, por un tiempo debe alejarlos de aquella instrucción republicana para adoctrinarlos, para la mayor seguridad de la Patria, en la obediencia debida, el respeto a la escala de mando, el sacrificio y la disciplina.
Todo lo anteriormente expresado dejará al lector con materia abundante para sus reflexiones. Debe debatir con el resto de la nación, pues si no comprende estos temas, como dijo el Director de Formación del Ministerio, luego es muy difícil llevarlos al plano operativo. Así que, estimado lector, si su talante es del tipo de los que se resignan ante lo inevitable, vaya preparándose haciendo unos cuantos abdominales y durmiendo a la intemperie. En caso contrario, recuerde que vivimos en una democracia y que de usted depende no sólo aceptar que sus hijos y usted mismo sean instruidos por el Ejército, sino que también de usted depende cómo se distribuye, y para qué cosas, el dinero que tanto le cuesta pagar al Estado a modo de crecientes impuestos. Y recuerde que tanto usted como yo hemos heredado el estamento de la Aristocracia, y si no estamos dispuestos a cambiar el rumbo, que significa dar en herencia a nuestros hijos lo mismo que nosotros heredamos, nos encontraremos en la situación lastimosa de aquel arriero que le inspiró a Atahualpa Yupanqui su célebre canción, el cual, ante la pregunta de cómo andaba, le dijo: "Aquí me ve, llevando vacas ajenas, cargando culpas ajenas".

(1) Guillermo Vázquez Franco.
(2) Cnel. (R) Ulysses del V. Prada. La profesionalización del Ejército: 1811-2011. Revista El Soldado, Mayo del 20011.
(3) León de Palleja, tomado de Cnel. (R) Ulysses del V. Prada, ob.cit.
(4) Roberto Ares Pons. Uruguay ¿provincia o nación?. Sin necesidad de leer el ensayo se deduce que el historiador se inclina por afirmar que somos esto último.
(5) Constanza Moreira. Las FFAA, el presupuesto y el programa del FA http://www.quehacer.com.uy/index.php?option=com_content&view=article&id=744&Itemid=214
(6) Ob. cit.
(7) Ob. cit.
(8) Cnel. (R) Ulysses del V. Prada, ob.cit.
(9) Cnel. Gustavo Silva, subjefe del Departamento III del Estado Mayor del Ejército. Operaciones de Resistencia Nacional y Disuasión. Revista El Soldado, 2006.
(10) Ob. cit.
(11) Cnel. (R) Ulysses del V. Prada, ob. cit.
(12) Ob. cit.
(13) Según un artículo publicado en Búsqueda el 9 de Mayo de 2013, tomado del siguiente artículo de Carlos Reherman, que recomendamos: (http://www.henciclopedia.org.uy/Columna%20H/RehermannPreparandonosbatalla.htm)
(14) Ob. cit.

Marcelo Marchese
 

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